Mosaico
En la República Dominicana, hablar de mofongo es hablar de identidad, sabor y orgullo nacional. Este icónico plato, elaborado a base de plátano majado con ajo y chicharrón, ha trascendido generaciones para convertirse en una joya gastronómica que une tradición, creatividad y pasión. Cada región, cada cocinero y cada restaurante lo interpreta a su manera, pero todos coinciden en algo: el mofongo es sinónimo de sabor criollo en su máxima expresión.
Y después de que el país conquistara el Récord Guinness con la bola de plátano verde más grande del mundo, no hay mejor homenaje a este plato emblemático que emprender una travesía gastronómica para descubrir sus mejores versiones. Desde Moca, considerada su cuna, hasta los rincones más modernos de Santo Domingo, el viaje se convierte en una experiencia que celebra la diversidad culinaria dominicana.
En Chicharrón Factory, ubicado en el corazón del sabor popular, el mofongo es casi un ritual. Los locales aseguran que es el lugar número uno para los verdaderos amantes de esta delicia culinaria. Su plato estrella, el “Mofongo de camarones”, relleno de chicharrón y coronado con camarones rebozados, combina texturas y sabores que conquistan desde el primer bocado. Aquí, cada plato es una celebración del sabor auténtico del Caribe.
En el corazón de la provincia Espaillat, los artesanos del mofongo de Las 4F rinden culto a la tradición. Este restaurante es una parada obligada para quienes buscan autenticidad y sabor mocano. Su plato más reconocido es el legendario “Mofongo Mocano”, coronado con chicharrón crujiente, aunque también destacan versiones con pollo, longaniza y camarones. El famoso “4x4” reúne lo mejor de cada versión, ideal para los comensales más exigentes.
Otro clásico es Adrian Tropical, un referente que ha sabido capturar la esencia de la cocina dominicana. Su mofongo clásico, elaborado con plátano verde, ajo y chicharrón, es una obra maestra de sabor y textura. El imperdible aquí es el “Mofongo de queso”, una delicia que combina lo criollo con un toque de indulgencia. Cada plato cuenta una historia de tierra y mar, una oda a los ingredientes que definen la cultura culinaria del país.
La Casa Gastronómica, dirigida por el chef Leandro Díaz, es un homenaje contemporáneo a la tradición dominicana. Su propuesta estrella, el “Mofongo Power”, combina tocino, longaniza y chicharrón en una explosión de sabor, acompañado de salsas suaves que equilibran la crocancia del plátano. El menú ofrece versiones de yuca, plátano o mixtas, además del célebre “Trifongo”, que permite degustar tres estilos en una sola experiencia. Para los más aventureros, el “CocoFongo”, un pescado empanizado con salsa de coco y chicharrón, promete una experiencia tropical inolvidable.
En Piantini, Food Inc. ofrece una propuesta atrevida que fusiona lo caribeño con el estilo cajún-criollo. Su plato estrella, “El Shorifongo Volcano”, combina mofongo de chicharrón y guineito con short rib empanizado y salsa cheddar, acompañado de un pequeño sancochito que redondea el sabor. El chef Joe sorprende también con “El Perico Ripiao”, una versión cajún del mofongo relleno de pork belly o camarones, perfecta para acompañar con un mojito de Yime. En cada plato, se siente la energía de la cocina moderna sin perder la esencia criolla.
Finalmente, en la Zona Colonial, Jalao se ha convertido en un emblema de la cultura dominicana. Su ambiente colorido, su decoración inspirada en el campo y su oferta gastronómica típica lo hacen único. Bajo la dirección de la chef Noemí Guzmán, destacan el clásico “Mofongo de plátano o yuca”, acompañado de carnitas y caldito revitalizante, y el exquisito “Camarofongo”, coronado con camarones y salsa criolla o al ajillo. En Jalao, la tradición se vive con elegancia y sabor.
El mofongo, más que un plato, es una historia contada en sabores. En cada mortero, en cada majada de plátano, se mezclan herencias africanas, taínas y españolas, creando una receta que ha resistido el paso del tiempo y sigue reinventándose. Hoy, el mofongo no solo es un símbolo de la gastronomía dominicana, sino también un embajador cultural que representa al país en cada rincón del mundo. Ya sea en Moca, Puerto Plata o Santo Domingo, esta delicia sigue recordándonos que la verdadera identidad dominicana se saborea, se comparte y se celebra.
